Descripción
189 páginas. Esta novela plantea la supuesta existencia del Marqués de Villa-Rica, representativo del sector más tradicionalista de la sociedad chilena. El marqués, excrecencia histórica que comparte un universo de televisores y helicópteros mientras sale de su palacio en carroza, se viste con levita, usa bastón con empuñadura de plata y es afrancesado, parece tan alejado de la electrónica japonesa como de las chinganas y picanterías coloniales de la ribera del río: tres mundos conviven y se entrelazan en un conjunto de delirio y buen hiumor, de la misma manera en que las figuras de cera comparten anacrónicamente el espacio de un museo. El museo de cera es una lúcida y satírica parábola del pensamiento involutivo.




