Descripción
88 páginas. Colección Biblioteca de América, Libros del Tiempo Nuevo. El nombre de la Argentina, parecía conocido: en 1602, Barco Centenera publicó un poema titulado Argentina, y se creía que ése era ya el nombre del país. Pero era solo el nombre del poema – por imitación de La Araucana. Fue Centenera quien inició el uso del adjetivo argentino con el valor de “rioplatense”. En este interesante y ameno trabajo, el autor explica la compleja historia de ese adjetivo, que no viene del latín clásico se aplicaba a la Ciudad de la Plata (hoy Sucre), del Alto Perú, y tenía su antecedente en el nombre de Argentoratum que los franciscanos daban a la actual ciudad europea de Estrasburgo. Con la prosa y la poesía de la Revolución, el argentino se popularizó. Más tarde la Constitución rivadaviana de 1826 adoptó por primera vez el nombre de República Argentina; y luego de una serie de vicisitudes, el nombre de Argentina acabó por imponerse a los de Provincias Unidas y Confederación “como un triunfo – nos dice Rosenblat – de la poesía sobre la prosa”.




