Descripción
369 páginas.Cuando en 1917 di a conocer el fragmento épico de Roncesvalles, pensaba, al examinar su interesantísima versificación: «¡Adiós las ilusiones de los partidarios de la regularidad silábica del Mió Cid!» Creía poder dar ya como indisputable que los juglares de gesta y los juglares de metros más cortos, por ejemplo, los autores de Santa María Egipciaca o de Elena y María, usaban habitualmente un metro de desigual número de sílabas, metro que deberá estudiarse en adelante sin los prejuicios propios de los que creen que en todo casó deben imperar los principios de la métrica isosilábica. Pero aquel anisosilabismo, que bien puede señalarse como uno de los caracteres primordiales de la literatura española, necesitaba ser estudiado, no sólo en algunos textos antiguos, sino sistemáticamente en toda su extensión, a través de las más varias épocas de la poesía. Porque aunque la métrica llamada irregular, con el tiempo, cesa de ostentarse arrogante en grandes obras literarias y va relegándose poco a poco a manifestaciones fugaces, casi furtivas, éstas pululan en todo el campo literario como flora silvestre imposible de desarraigar. Y entonces, en vez de las viejas formas, se imponen otros tipos de versificación anisosílaba, tipos rítmicos, ligados al canto y al baile.




